ahí afuera la vida camina tan normal
llena de luz y felicidad
y nadie voltea...
...a contemplar mi padecer.
Aquí sumida en la oscuridad
cansada de tanto esperar,
odiando la eternidad
de mi anciana alma en pena
cuyo llanto nadie parece escuchar.
No hay dolor que desgarre más
que el dolor del alma que sufre
en soledad,
no hay tortura más dolorosa
que la muerte añore tanto
como la que sufre un alma en la fría oscuridad
anhelando tan sólo un dulce abrazo
que la haga despertar
y creer que aún es posible
volver a creer y a amar,
perdiendo de una vez el miedo
de nuevamente volar.
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