martes, 25 de agosto de 2009

ILUSA

Arriesgué mi alma
a la caricia del sol
entonando una canción de esperanza
mientras el reloj aturdía mi calma,
el frío viento revolvió mi pelo,
en pleno día,
en medio del silencio...
pobre ilusa.
Allí donde la piedra fue testigo
de mis lastimeros sollozos
contemplando mi llanto,
saboreando mis lágrimas amargas,
allí donde la mentira apuñaló mi pecho,
donde la crueldad y la nada
se vistieron de seductora felicidad
y vilmente me engañaron
asesinando mi frágil sonrisa,
donde por ella lloré
y donde me arranqué un pedazo
de corazón espinado,
te esperé...
...y jamás viniste...
pobre ilusa.


Asfixiada por el recuerdo
con el corazón oprimido,
aún con mis heridad abiertas
y el tiempo carroñero
anhelando mi sangre,
te esperé...
...y jamás viniste...
pobre ilusa.
Qué ilusa niña ilusionada
que me observa desde el espejo,
que ilusa solitaria
cuyas blancas manos frías
se desangran
tan heridas por las filosas piezas
de otra ilusión vacía,
perdida en la inerte nada.


El silencio cobarde fue tu arma más letal y perfecta,
te ocultaste en él
¡tú, estúpida mentira!
y sufrirás,
pues la soledad aprieta mi cuello
pero a ti te aplastará.
Tú, vacía cobarde.
Yo, pobre ilusa,
me marcho.
Tú ahógate
en tu inerte inmortalidad.


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