A ti, sí, a ti es a quien te estoy hablando...quizás nunca leas estas palabras, pero estas palabras sangrantes son para ti. Las escribo con gotas de mi sangre, tu sangre también.
A veces me haces sentir tan herida, tan sola aunque estés conmigo, me hieres con tus palabras, es mi destino el ser lo que soy, Dios así me creó, y quizás el dolor sea mi destino...pero es mi dolor, no me lo hagas más pesado con el tuyo, si me quieres, no me condenes más aun.
Si supieras el dolor que llevo dentro, pero no te lo puedo contar, me odiarás, te diré también que parte de mi sufrimiento es por tu causa, porque muchas de las lágrimas que he llorado son por ti, yo no tengo la culpa de tus errores, sin embargo quien la paga soy yo, pero jamás me escucharas sin gritarme crueles palabras de tu boca, estás tan orgullosa de ti, luces bellísima en tu orgullo insensato.
Yo tampoco soy nada, me atormenta no serlo, y sé que, en fin, jamás lo seré, pero no me odies por ello, me has dado vida para vivirla...y sin embargo este luto yace sobre mí desde que la maldita vida que me tocó vivir me empujó crudamente a esta triste realidad de ser tan distinta, de vivir en este mundo donde siento que jamás debería haber venido y donde no hay lugar para mi alma anciana y ya tan cansada de vivir, y no me das razonas para no creerlo...cada día que pasa me hundo más en tu dolor y en el mío.
¿Que acaso no lo ves? ¿No ves cómo hieres a quienes te aman? No aceptas que no tienes siempre la razón, no seas egoísta, no pienses sólo en ti, has traído vida a este mundo, piensa por un instante, que también quieren vivir, piensa por un instante que también quiero ser feliz.
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