Maldita la mano del destino,
maldito corazón...
...verdugo,
asesino de la razón...
haces que otra vez mis labios prueben
la amargura de la decepción,
el pensar que pudiste haber cambiado
en mi ausencia
tanto como lo supiste jurar
fue mi peor error,
y creerte esas falsas promesas
que tus labios a mis ojos dijeron
fue mi equivocación mortal...
porque no,
de nada te sirvió llorar,
si es que lloraste alguna vez.
Y, aún,
tuviste el descaro de decirme que amas.
Vete, tú, maldita fantasía
en la que me atreví a creer
una y mil veces
y sin aprender,
sin comprender...
comprender...¿qué puedes tú comprender?
jamás comprenderás nada,
te ves tan felíz en tu mundo
vacío y banal,
te ves tan feliz con tu orgullo...
cuando caigas en la soledad
ahí, en ese corazón tuyo
y el tiempo te aplaste
y mires hacia atrás
si alguna vez te sucede,
quizás ahí comprenderás.
Amor...
tú nunca supiste lo que eso es
y te atreviste a decirme que me amabas
y me dejaste caer
clamando vacíos poemas
que yo te creí,
ya no te engañes,
tú nunca me hiciste felíz
lo único que bien hiciste
fue sólo hacerme sufrir.
Así que me voy,
nisiquiera te diré adiós...
...te estoy imitando,
me alejo, de nuevo en la oscuridad
allí estaré segura,
te sepulto, hoy te sepulto,
nunca habrá flores en tu tumba
ni lágrimas sobre tu recuerdo
porque ya lloré suficiente
mientras estuviste aquí.
Juro ante el Creador,
y yo sí cumplo mis promesas,
que nunca más esperaré por ti.
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